sábado, 7 de abril de 2007

EPÍSTOLA DE CUARESMA

Recogemos hoy aquí una bella epístola del Reverendísimo Metropolitano Laurus, Primer Jerarca de la Iglesia Rusa Fuera de las Frontera, para general inspiración, orientación y provecho de nuestros hermanos en la fe y de todos aquellos que nos vienen leyendo...




¡Honorables padres y hermanos en el sacerdocio, queridos hermanos y hermanas consagrados al Señor, muy amados hijos e hijas!



De corazón os saludo con el advenimiento del tiempo salvador de la GranCuaresma, la que constituye el tiempo destinado a la revisión de la propia vida y al trabajo personal sobre la vida interior. La Santa Iglesia nos llama a purificarnos a través de la oración profunda y la abstinencia, iluminarnos en la lectura de textos espirituales y acercarnos mas a nuestro Señor y Creador, a nuestro Padre Celestial y nuestro Mejor Amigo, quien nos invita a Su Reino, el Reino del Amor, la Paz, la Misericordia y laLuz.



Nuestro Señor Jesucristo dice "Si ustedes perdonan las ofensas de loshombres, también el Padre Celestial los perdonará. En cambio, si no perdonan las ofensas de los hombres, tampoco el Padre los perdonará austedes" (Mat 6,14-15). Y también "Cuando presentes una ofrenda al altar, si recuerdas ahí que tu hermano tiene alguna queja en contra tuya, deja ahí tu ofrenda junto al altar, anda primero a hacer las paces con tu hermano y solo entonces vuelve a presentarla" (Mat 5 ,23-24)



Así, amados padres, hermanos e hijos en el Señor, para que nuestras oraciones y acciones de ayuno y recogimiento sean agradables a Dios y nos otorguen la remisión de nuestros pecados y la renovación de nuestrafuerza espiritual, debemos estar en paz con todos quienes nos rodean.



Realmente, ¿cómo podrá ser nuestra oración, ayuno y recogimiento una ofrenda pura en el altar del Señor, si provienen de un corazón lleno de odio contra el hermano?. Debemos repetir mucho la oración del Señor "PadreNuestro!...perdona nuestras ofensas, ya que nosotros perdonamos a quienes nos ofenden". ¿Cómo podremos atrevernos a pronunciar esas palabras del Señor, mientras en nuestro corazón anida la enemistad? ¿No será, acaso, nuestra oración sólo un sonido vacío? ¿Mentiremos descaradamente ante el Señor? En los Oficios Divinos escuchamos con insistencia al sacerdote decir "En paz roguemos al Señor. Paz a todos". Estas son llamadas a acercarnos a la oración en completa paz con todos , para presentarnos ante Dios sin odios ni rencores .También, la Santa Iglesia , al prepararnos para una participación digna en la Divina Liturgia, nos recuerda que el amor y la paz son una condición indispensable para la vivificante unión con el Creador y con nuestros hermanos en el Sacramento de la Comunión: "Amémonos los unos a los otros, y en un solo pensamiento alabemos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo".



En la Iglesia antigua, en testimonio de ese amor mutuo, los cristianos que oraban durante la Divina Liturgia se besaban entre sí; actualmente, esto se sigue practicando sólo entre los sacerdotes al interior del altar, pero, al oir ese llamado, todos deben llenar su alma de paz y amor por los demás. ¿Cómo osamos, amados, padres, hermanos e hijos, teniendo odios en el alma, celebrar la Liturgia, u orar durante ella, y acercarnos a compartir elCuerpo y la Sangre de Cristo Salvador , quien, mientras era crucificado, oraba por el perdón de Sus verdugos? Sólo entraremos realmente en comunión con Dios cuando erradiquemos por completo el odio y la maldad denuestrocorazón.



El Bienaventurado Anastasio Sinaita contaba que un monje, quien había vivido toda su vida con pereza y sin respetar las reglas de la vida monástica, en sus últimos minutos se veía excepcionalmente feliz. Los demás monjes, asombrados, le preguntaron el motivo de tanta alegría. El moribundo dijo "he visto como los santos ángeles rompieron el manuscrito con todos mis pecados, porque, aunque viví en la pereza y la desidia, nunca juzgué a nadie ni a nadie desee ningún mal ni guardé algún rencor".



Así, honorables padres y amados hermanos e hijos, recordando el mandamiento del Salvador al instaurar Su Iglesia, y en este tiempo de renovación espiritual de la Cuaresma, profundizando en el ejemplo de las vidas de los santos padres, pongamos especial empeño para que entre nosotros no exista odio, rencor ni maldad, sino que siempre reine la paz, el amor, la confianza y todas las demás virtudes cristianas. En nuestras vidas, tratemos de llevara los hechos concretos las enseñanzas del apóstol Pablo a los cristianos: "Que no llegue el ocaso mientras odiamos" (Ef 4 ,26) "Tengamos, hasta donde se pueda, paz con todos los hombres" (Rom 12, 18) "No nos dejemos vencer por el mal, sino que venzámoslo con el bien" (Rom 12, 21). El Señor nos va ayudar a lograrlo en estos días santos.



Una vez mas os congratulo a todos con la Gran Cuaresma y en mis oraciones les deseo la verdadera paz con el Señor y con Su imagen, reflejada en nuestros semejantes. Que el corazón de cada uno sea el Sepulcro Vivificante desde el cual pueda esplender Dios Resucitado. Que todos puedan ver en nuestros ojos y en nuestra vida esa Victoria de Cristo sobre la maldad, el pecado y cuánto el mundo ha creado de tenebroso y maligno. Recibir de esta manera así la Pascua de Jesucristo será la mejor manera de predicar la verdadera Ortodoxia. Confío que será en ese radiante estado de paz y amor que nos acercaremos a los sucesos canónicos que conducirán, durante este año, a la restauración de la unidad y la paz de la Iglesia Ortodoxa RusaUniversal.



Que esto sea en cada uno, para todos nosotros. Amén.



Con amor en el Señor y solicitando sus oraciones.



Metropolitano Laurus

19 Febrero 2007

(Traducido por E. Jurlow)

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